Hola amigos,
aquí vengo a contaros algo que me ha sucedido esta semana.
Desde que empecé este blog he reflexionado sobre las dificultades de convertirse en escritor profesional, de los miedos a no estar preparado o no estar a la altura. Pues bien, decidida como estoy a recorrer este camino seguí enviando mis relatos a concursos, esta vez algo más ambiciosos, más llamativos, retos más grandes, sin conseguir nada más que mi satisfacción personal por lograr escribir los relatos presentados. Pues bien, el siguiente paso fue llamar a la puerta de las editoriales, con paciencia y sin expectativas, pero con mucha ilusión y convencida de que lo que les ofrecía era mi mejor trabajo. He seguido trabajando en nuevos proyectos, sin parar ni un momento a pensar en nada más.
Ayer por la tarde una de esas editoriales contactó conmigo para decirme que les había gustado mucho mi trabajo y que querían hablar de publicarlo. Me quedé alucinada, no me lo podía creer. Tuve que releer el correo mil veces para verificar que era verdad.
La mayor alegría para mí ha sido el sentir que alguien que ni me conoce ni sabe nada de mí ha leído mi novela y le ha parecido un buen trabajo. El subidón de autoestima ha sido muy grande porque, por mucho que me esfuerce en que mis trabajos sean buenos siempre tengo la duda de si estoy trabajando bien.
No sé nada más, ni siquiera si llegará a publicarse ni nada pero puedo aseguraros que la alegría inmensa que me invadió ayer al recibir esta noticia, esa sensación de felicidad no podré olvidarla jamás.
Prometo contaros puntualmente si hay novedades.
Gracias a todos por seguirme y apoyarme.
(Este es el despacho de Richard Castle, yo quiero uno igual, así escribiré más y mejor. Dicho queda.)